CUBEO CUBAY

En la frontera de Colombia con Venezuela y Brasil se encuentra uno de los departamentos con mayor presencia indígena del país: el Vaupés. En medio de esta selva amazónica, diferentes pueblos han logrado mantener sus formas de vida, resistiendo y enfrentando episodios de violencia, esclavitud y explotación de recursos naturales. Este legado explica el asentamiento de los Cubeo por distintas partes del territorio departamental y la creación del Gran Resguardo del Vaupés que cobija a todas las comunidades desde su conformación en 1982. Hoy representan el 70 % del territorio del departamento.

La comunidad Cubay, parte de los doce clanes de los Cubeo, se constituye y asienta permanentemente desde el año 2000 en las inmediaciones del río Vaupés, frente a la ciudad de Mitú.

La alfarería es un oficio antiguo en la comunidad. Desde tiempo atrás se han elaborado piezas en barro para preparar alimentos, servir y cocinar el casabe y la quiñampira. Es una práctica que se ha transmitido de madres a hijas, al lado de los fogones, moldeando alguna pieza  y en el camino hacia el rio a recoger el barro.

Según cuentan los abuelos cubeo el güio de monte le regaló el barro azul a su abuela cucarrón para que hiciera sus tiestos, ollas, platones, cuencos y pipeidos. Al hacerle este regalo, también la dejó encargada de cuidar el barro y trasmitir el saber a todas las personas.

Este pequeño cucarrón, guardián del barro, se reconoce porque tiene pintada en su espalda una diminuta mancha de barro azul, suele caminar entre la arcilla y pica muy fuerte a quien tome el barro sin su permiso.

Debido a su cercanía con la ciudad, la comunidad Cubay se enfrenta diariamente con diferentes retos a la hora de integrar la artesanía como medio de subsistencia. Aunque la cercanía con la ciudad facilita el acceso a rutas comerciales y al mercado, las influencias económicas y culturales son cada vez más fuertes haciendo que sea difícil mantener las prácticas y formas de vida tradicionales.

Los tiempos dedicados a la chagra, al trabajo comunitario, a la familia y a los rituales deben adaptarse al ritmo agitado del trabajo en la ciudad.

Los hombres deben conseguir trabajos como transportistas o comerciantes para complementar los ingresos que consiguen por la venta de las artesanías, que intensamente deben realizar las mujeres para poder cumplir con los pedidos que llegan a la asociación.

Haciéndole frente a esta situación, los artesanos y artesanas Cubay han complementado el trabajo artesanal con procesos encaminados a la organizaciónde la comunidad  y a la recuperación y enseñanza de los saberes propios.

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“Soy de la comunidad Cubay, soy artesana en recuerdo a mi mamá y a mis abuelos, que trabajaron la cerámica; es como recordar lo que ellos hicieron. Me siento muy bien, soy ya una anciana, y con eso de la artesanía he vivido y he comido”.

Judith López Ortiz